domingo, 10 de agosto de 2014

Razón nº12: Borrachas la cagamos aún más

Después de mes y medio de exámenes, todo estudiante se merece una noche de alcohol, discoteca y diversión. Nosotras no íbamos a ser menos. 

La noche empezó con una caminata de media hora en tacones y a 30ºC a las 12 de la noche (sí, esta ciudad es encantadora) en busca de nuestros compañeros de clase. Cuando por fin llegamos y nos asentamos, cubata en mano, llega la policía. Cunde el pánico y todos salimos corriendo. Como Dios los cría y ellos se juntan, un amigo nuestro, responsable de los hielos (lo único por lo que no podían pararle) los tiró dramáticamente, presa del miedo.

Sin hielo y con la Coca-Cola calentorra, seguimos bebiendo porque ya lo habíamos pagado. Nos cogimos el morao de turno y entramos a la discoteca.

Cuando llego borracho a casa y no están mis padres

 Nosotras entrando a la discoteca

Si estuvimos tres horas en la discoteca, dos y media las pasamos en la cola del servicio. Y en este tipo de situaciones, o haces amigos, o haces enemigos. James tiene dos clases de borrachera: la simpática y amigable o la de "te reviento". Esa noche tenía las dos.

Gracias al efecto del ron y de haber terminado los exámenes, nosotras éramos felices haciendo cola en el baño. Pero una maldita sangre sucia intentó colarse y James no tolera las injusticias. 

- James, ¿ésa no se está colando?
- Hostia, sí. ¿Qué hacemos? ¿Se lo decimos?
- Venga - Jessie, que es la diplomática del team JJ, se fue hacia la colona -. Oye, perdona, que te estás colando.
- No, yo estaba aquí... 
- Esta se cree que por estar borrachas somos gilipollas - dijo James pensando que susurraba -. Illa, que no te cueles. Que tú no estabas aquí.
- Vale, vale - respondió la sangre sucia, sin moverse del sitio.
- ¿¡Que vale qué!?
- Que vale, que vale.

Y así estuvieron un rato hasta que Jessie intervino:

- Tía, que ya se quita. Relájate, no la mates.

James se relajó para después hacerse amiga de una que no se había colado. Ella es así: bipolar cuando se emborracha.

A eso de las seis de la mañana, con un par de copas más encima, nos esperaba el padre de James para recogernos. Quien resultaba ser un policía aún de servicio. Nos llevó a la comisaría a esperar hasta que terminara su turno para llevarnos a casa.

No podíamos estar calladitas, no. Era mucho mejor intentar convencer al padre de James y a su compañero de que no íbamos borrachas intentando hablar de temas serios. Con una papa que enorgullecería al propio Pocholo, se podría decir que el plan no fue muy bien. Pero eso no es ninguna sorpresa.

Volviendo a casa de madrugada y tu madre todavía está despierta
Nosotras intentando demostrar que no estábamos borrachas




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